Nuestro primer abuelito

Nuestro primer residente en el año 2002 fue un abuelito de 101 años de edad y de nombre Ricardo Rodríguez Baca a quien la comunidad del Ejido Querétaro conocía como "El Chaparrito" por su corta estatura física y como "El Coronel" por su fuerte carácter. Don Ricardo migró del interior de la república a Mexicali, B.C. en la década de los treinta en busca de una mejor vida. No obstante, no formó una familia y dedicó todos sus años productivos al campo por lo que no formó parte de la economía formal y por ello nunca tuvo acceso a una pensión. Don Ricardo vivía en una casita hecha de palos y cartón y siempre fijó una postura amargada para con Dios. Siempre que se le preguntaba si creía en Dios, él decía que su único dios era el dinero ya que le daba de comer y beber. El pueblo cristiano del Ejido Querétaro le compartía la Palabra, pero Don Ricardo se rehusaba a aceptar a Jesucristo como su Dios y salvador ya que lo acusaba de ser el causante de su miseria.

Cuando Don Ricardo ya no tenía edad para seguir trabajando en el campo empezó a vivir de lo que la gente le daba y a pedir limosna y comida puerta por puerta. Fue entonces cuando el Pastor Humberto Cota invitó a Don Ricardo a vivir en nuestra casa hogar. Durante los siete años que Don Ricardo vivió en nuestro asilo, éste se rehusaba a aceptar a Jesucristo. Aun así el Pastor Humberto Cota no se cansaba de predicarle el evangelio día tras día. Sin embargo, ya cansado y casi inconsciente en su lecho de muerte, en junio del 2009, el Pastor Humberto toma a Don Ricardo de la mano y le dice: 

Chaparrito, sé que aunque no puedes hablar ni moverte, me puedes escuchar. Dios te está dando una última oportunidad para aceptarlo como tu Señor y salvador, si estás dispuesto a aceptarlo, por favor aprieta mi mano y sabremos por fe que habrás aceptado a Jesucristo.

Fue entonces cuando Don Ricardo como por orden divina, con las piernas estiradas se sienta en su cama levantando la cabeza de su almohada y comienza a gritar con las pocas fuerzas que le quedan: 

Perdóname Jesucristo, perdóname Jesucristo. Entra en mi corazón. 

Los presentes sintieron una enorme conmoción y el mover del Espíritu Santo que todos sintieron en su corazón el arrepentimiento de Don Ricardo que aunque fue simple y corto en palabras, fue muy poderoso y verdadero. Minutos después llega la ambulancia y camino al hospital, fallece Don Ricardo teniendo la plena seguridad que Dios le perdonó sus pecados y que ese día hubo una gran fiesta en el cielo. Experiencias como estas hay muchas y es un honor ser los siervos de Jesucristo en este ministerio para llevar las buenas nuevas a tan bellas y bellos abuelitos

Nota original



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Oficina: (658) 516 - 8676

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